Yolanda Andrade, escenógrafa del caos

Yolanda Andrade en su exposición «Obesiones y analogías», julio de 2011 en la galería Patricia Conde. ©Francisco Cubas

El largo camino que Yolanda Andrade ha tenido que recorrer para ser reconocida en su tierra natal corre parejo con la incipiente apreciación de la fotografía de autor en Tabasco. Su primera exposición en Villahermosa, que ella misma tuvo que gestionar, se llevó a cabo en el otoño del 2003 durante el primer Festival Cultural Ceiba. A raíz de esta muestra el fotógrafo y empresario Hermilo Granados solicitó a la entonces Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes que ella impartiera un curso de fotografía al siguiente año en la Casa de Artes José Gorostiza.

Recuerdo claramente el caos imperante entre los asistentes, un grupo variopinto conformado por estudiantes, fotógrafos de estudio y fotoperiodistas. Cada uno había ido allí en busca de algo para mejorar su fotografía, el problema es que muy pocos entendían (muy pocos entienden aún hoy) que la fotografía es un universo con muchos mundos que no necesariamente son compatibles entre sí. La mayoría de los asistentes no conocía la obra de la maestra, que ya era reconocida ampliamente en el medio cultural nacional y había ganado una beca Guggenheim en 1994.

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Semillas para una nueva fotografía en Tabasco

Pedro Meyer en El Submarino. ©2012 Francisco Cubas

No podía haber sido de otra manera. No me imagino a Pedro Meyer visitando un lugar para hablar sobre fotografía sin cuestionar lo que se está haciendo allí, y sin aportar su visión sobre cómo deben hacerse las cosas. Iba más o menos a la mitad de su conferencia cuando mencionó al Centro Fotográfico del Instituto de Cultura de Tabasco: “La toma es sólo una parte de la fotografía, quien piense que ya con la toma está haciendo fotografía se equivoca. La fotografía ya cambió, y tenemos que usar las herramientas tecnológicas que tenemos hoy a nuestro alcance para contar historias. Ayer visité el Centro Fotográfico y vi la exposición que está ahí. Y me parece que seguir simplemente colgando fotos fijas en las paredes es una forma obsoleta de hacer las cosas, es un desperdicio. Ojo, no estoy diciendo que esas fotos estén mal, ni que ya no haya que exponer fotos impresas, estoy diciendo que eso es apenas una parte. Esta exposición, por ejemplo, cuyo tema es el desnudo, tiene mucha información y vivencias alrededor que no están siendo aprovechadas”.

Más adelante, casi al final, retomó el punto para recomendar: “Ustedes ya tienen un lugar muy bueno ahí en el Centro Fotográfico, adecuado para promover la fotografía, pero tienen que juntarse, discutir, reflexionar, porque nadie la va a hacer solo, hay que compartir y unir fuerzas, pero no siguiendo modelos obsoletos, el colgar fotos en las paredes es algo que ya se hecho desde hace cien años, el de hoy es otro mundo, con problemas distintos y a ustedes les toca encontrar soluciones nuevas”.

Fue tal vez el punto más relevante para la fotografía en Tabasco de la conferencia que ofreció el pasado jueves en el auditorio del Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer. Tras lo vivido la semana anterior en la conferencia de Carlos Jurado (que llenó por completo el lugar) muchas personas llegamos desde una hora antes, para asegurar un lugar. Y como habíamos supuesto, nuevamente el auditorio, que apenas tiene sillas para 60 personas, se llenó a reventar, a pesar del horario tan poco propicio (mediodía entre semana, cuando la mayoría está en el trabajo o en la escuela). Decenas de personas que llegaron después tuvieron que regresarse sin poder entrar. Cuando las autoridades culturales planearon este festival seguramente no tenían idea de quienes eran Carlos Jurado y Pedro Meyer, ni del interés que despierta entre los jóvenes en Tabasco (y en todo el mundo) la fotografía; de otra manera no les habrían asignado la sede más pequeña de todas las usadas en el festejo.

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