
Yolanda Andrade en su exposición «Obesiones y analogías», julio de 2011 en la galería Patricia Conde. ©Francisco Cubas
El largo camino que Yolanda Andrade ha tenido que recorrer para ser reconocida en su tierra natal corre parejo con la incipiente apreciación de la fotografía de autor en Tabasco. Su primera exposición en Villahermosa, que ella misma tuvo que gestionar, se llevó a cabo en el otoño del 2003 durante el primer Festival Cultural Ceiba. A raíz de esta muestra el fotógrafo y empresario Hermilo Granados solicitó a la entonces Secretaría de Cultura, Recreación y Deportes que ella impartiera un curso de fotografía al siguiente año en la Casa de Artes José Gorostiza.
Recuerdo claramente el caos imperante entre los asistentes, un grupo variopinto conformado por estudiantes, fotógrafos de estudio y fotoperiodistas. Cada uno había ido allí en busca de algo para mejorar su fotografía, el problema es que muy pocos entendían (muy pocos entienden aún hoy) que la fotografía es un universo con muchos mundos que no necesariamente son compatibles entre sí. La mayoría de los asistentes no conocía la obra de la maestra, que ya era reconocida ampliamente en el medio cultural nacional y había ganado una beca Guggenheim en 1994.