El mes pasado publiqué un post con la fotografía del padre de Paul Auster que aparece en la portada de su libro La invención de la soledad, acompañada por las palabras que el escritor usa para describirla. Yo nunca había visto un truco fotográfico semejante, a pesar de que he frecuentado los principales libros sobre historia de la fotografía.
Cuando tecleé «retrato múltiple» en Google una de las primeras imágenes que apareció fue un retrato nada menos que de Marcel Duchamp, incluido en una retrospectiva sobre el más famoso apropiador del arte. Es exactamente el mismo truco usado en la foto de Sam Auster. Así que investigué un poco más al respecto y me encontré con la oscura historia del ascenso y caída del multigraph, un truco fotográfico por medio de espejos que fue muy usado por los estudios de retratos entre 1900 y 1920 para luego desvanecerse de la memoria colectiva. Un siglo después, el interés de los coleccionistas y el uso del Internet han rescatado del olvido esta moda. Gracias a ello podemos ver multigraphs de celebridades como Caruso y Gómez de la Serna.
Según el magnífico artículo de Irwin Reichstein en el número de mayo-junio del 2007 de la revista Photographic Canadiana (medio de difusión de la Sociedad Histórica Fotográfica de Canadá), este truco aparece mencionado por primera vez en el número de octubre de 1893 por la revista estadounidense The Popular Science, dando crédito un tal Mr. Shaw, fotógrafo de Atlantic City, New Jersey, describiendo el método que consiste en colocar al sujeto frente a dos espejos acoplados con un ángulo de 45 grados entre ambas hojas. La revista añadía que «el resultado es curioso e interesante, y se ha sugerido que podría ser útil en la identificación de criminales». El único fotógrafo llamado Shaw en Atlantic City en esa época era James B. Shaw, cuyo estudio en Boardwalk y New York Avenue era llamado Shaw’s Spectrotype Photography Gallery.
Paul Auster nació en Newark, New Jersey, así que no es tan sorprendente que la foto de su padre fuera tomada en un estudio de Atlantic City. ¿Podría el mismo donde por primera vez se registró el uso del truco? Sam Auster murió en 1974, inmediatamente después Paul comienza a escribir el libro donde nos dice que la foto fue «tomada en un estudio de Atlantic City hace unos cuarenta años». Es decir, en los años 30, cuando ya la popularidad del truco había decaído mucho. ¿Sabría Paul Auster de la existencia de la foto de Duchamp o de la pretérita popularidad del multigraph al momento de escribir La invención de la soledad? Es muy poco probable, y es casi imposible que lo hubiera sabido sin haberlo mencionado en el citado pasaje. Con su impecable prosa Auster usa la imagen para evocar la soledad fantasmagórica del padre a quien nunca pudo conocer realmente. Pero lo mismo podríamos decir de cualquier persona.
En 1941 una década después de la probable fecha de la foto de Sam Auster, se estrenó Citizen Kane, obra maestra del cine. Como explica magistralmente Borges (que antes de perder la vista estaba muy interesado en el cine, y llegó a escribir dos guiones con Bioy Casares) esta película es la investigación del alma de un hombre y su disolución entre la abrumadora y laberíntica multitud de pistas, de rastros, de obras, de palabras que va dejando una persona tras de sí. En una de las escenas clave de la obra vemos a Charles Foster Kane paseando en silenciosa soledad por su enorme palacio, reflejado por una multitud de espejos. La multiplicidad de los imágenes nos devuelve íntegra la pregunta inicial: ¿quién es?
La imagen múltiple no fue invento de la fotografía o el cine. Hay antecedentes en la pintura, aunque hasta hacer esta pequeña búsqueda yo nunca había los había visto. Dos ejemplos más o menos conocidos son Charles I, Rey de Inglaterra, desde tres ángulos, óleo pintado en 1636 por Anthony Van Dyck; y el Triple retrato de Richelieu, pintado en 1642 por Philipphe de Champaigne. Sin embargo, estas pinturas no eran consideradas como un fin en sí mismas sino que servían como modelos para realizar bustos en bronce, de ahí que casi nunca sean exhibidas entre los logros de estos artistas.
Irwin Reichstein termina su artículo con tres preguntas, de las cuales la segunda me parece la más interesante: ¿por qué los retratos múltiples nunca han sido la norma?
Sabemos desde hace mucho que nuestra soledad es multitudinaria, que cada hombre es muchos hombres, ¿por qué hemos preferido siempre el retrato singular? Los científicos nos advierten desde hace rato que el Yo es una ilusión, el problema es que tal vez sea la más querida de nuestras ilusiones occidentales. Es casi imposible imaginarnos sin él.
Tal vez, después de todo, el retrato múltiple sea la forma más veraz de representar a una persona.
PD: El artículo de Reichstein está disponible en PDF aquí: A Multigraph from Montreal. Una galería de multigraphs reunida por un coleccionista está disponible en Unsolitudes, incluyendo a Auster, Gómez de la Serna y Caruso.