Ya sé que esta noticia es vieja de varios días, pero quisiera comentar con mis amables lectores dos aspectos que tal vez no han sido destacados. La nota es que la firma Hasselblad decidió poner fin a la producción de su modelo 503CW, el último eslabón de un linaje de cámaras de película de formato medio (6×6) que comenzó en 1957 con la 500C y pasó por las manos de fotógrafos como Ansel Adams, Manuel Álvarez Bravo, Richard Avedon, Irving Penn, Helmut Newton, Graciela Iturbide, Mariana Yampolsky, etc. Nada mal para una empresa que el sueco Viktor Hasselblad comenzó en un garage de Estocolmo a mediados de la Segunda Guerra Mundial.
Cuando comencé a estudiar fotografía, a finales del siglo pasado, la Hasselblad era sinónimo de lujo, calidad y eternidad. Si algún día podías comprar una, aunque fuera usada, te duraría para toda la vida. Fue una de las cámaras más deseadas del mundo. Ya cuando la película comenzaba a decaer pude conseguir una 500C, que luego tuve que vender para evitar que se oxidara en la humedad tabasqueña cuando los precios de los rollos y el papel se volvieron prohibitivos.
Y ahora que llega la noticia de su final apenas ocupó algunos pequeños espacios en la prensa especializada. La marca Hasselblad hace mucho que dejó de ser Sueca, ha sido comprada en varias ocasiones por distintas corporaciones y actualmente se aferra al cada vez más difícil negocio de las cámaras digitales de formato medio. La esclerosis creativa de la firma se hizo evidente con el anuncio de su acuerdo con Sony para sacar una cámara de la serie Nex maquillada con maderas y metales preciosos, bautizada ignominiosamente como Lunar (en un patético recuerdo de viejas glorias). Sic transit gloria mundi, diría el clásico. Como todo buen lector sabe, el mundo no acaba con una explosión, sino con un gemido.
La Hasselblad 500 tenía, por supuesto, una distinción que la hizo famosa, fue la cámara que Neil Armstrong y Buzz Aldrin usaron en la superficie lunar, en 1969. No sé si Hasselblad tuvo que pagar por ello, pero aquel alunizaje es sin duda el mejor comercial en la historia de la fotografía.
La versión oficial de la NASA es que la elección de Hasselblad fue un feliz accidente. El astronauta Michael Schirra compró en una tienda de segunda mano una Hasselblad 500C, decidió llevarla en un vuelo orbital del Mercury 8 y todos quedaron encantados. Como cualquier usuario de Instagram sabe, la 500C era una cámara relativamente fácil de usar, construida con una gran calidad que la hacía muy resistente, y además su diseño era modular. El corazón de la cámara era una cubo que contenía el espejo, el disparador, la cortinilla y la pantalla de enfoque. A este cubo se le acoplaban un lente Carl Zeiss (la mejor óptica del mundo), un visor, y un respaldo donde se cargaba la película. Este diseño modular permitió que se le pudieran hacer de manera más fácil modificaciones especiales para que resistiera las temperaturas extremas de la Luna (120 grados C al sol, 65 grados bajo cero en la sombra) y la falta de gravedad (hubo que eliminar el aceite que lubricaba sus mecanismos). Además, el uso del respaldo hacía que fuera muy fácil y rápido cambiar el rollo.
¿Te has preguntado alguna vez qué tan difícil fue para los astronautas tomar esas famosas fotografías? Yo no, hasta que investigué un poco para este texto, pero debí de habérmelo preguntado mucho antes. Después de todo, estaban metidos en esos enormes trajes, sin gravedad, con la cabeza dentro de un gran casco circular. En esa época no había auto enfoque ni auto exposición. Las cámaras modificadas no llevaban visor (sería inútil con los cascos puestos). Pero como sabemos, la NASA concentra en su seno a casi todas las personas inteligentes de Estados Unidos (lo cual explica muchas cosas), así que lo tenían todo pensado.
La cámara se acomodaba en un soporte en el pecho del traje espacial lo cual permitía al astronauta tener un soporte firme y manipular los controles con ambas manos. Basados en mediciones de luz realizadas en misiones anteriores, los ingenieros recomendaron dos exposiciones básicas: la velocidad se puso fija en 1/250 y el diafragma se colocó en f/11 para objetos en el sol y f/5.6 para objetos en la sombra. Para algunas de las fotos más importantes los astronautas utilizaron el bracketing (no, no es un app), variando la exposición hacia arriba y abajo de la escala para asegurar un buen resultado.

Respaldo cargado de película con las instrucciones para la exposición en sombra y sol sobre la Luna. © Eric Long
En cuanto al enfoque, los diafragmas relativamente cerrados y el lente 60mm (equivalente a un angular moderado) permitían una profundidad de campo generosa, así que limitaron el aro de enfoque del lente a tres posiciones básicas: cerca, medio y lejos.
Para encuadrar los astronautas sólo contaban con un punto de mira en la parte superior del lente, así que la NASA los puso a practicar todos los días, incluso dándoles las cámaras modificadas para que las usaran en viajes familiares.
Los resultados fueron excelentes. Los fotógrafos más afortunados de la Historia tomaron 1047 exposiciones en la misión del Apolo 11, 857 en blanco y negro y 550 en color. A nosotros, que hemos crecido viéndolas, se nos hace fácil olvidar el asombro que debieron haber provocado esas fotos en 1969. La imagen de la Tierra elevándose sobre el horizonte de la Luna, en particular, es una de las más bellas y extraordinarias que jamás se hayan captado. Decenas de miles de generaciones humanas murieron sin haber siquiera podido imaginarla. Mucha de la conciencia ecológica que hoy existe se debe a ella.
Las Hasselblad habían cumplido, y 12 de ellas (todas las usadas en las misiones Apolo) permanecen todavía en la Luna, desintegrándose sin prisa entre las temperaturas extremas y las radiaciones cósmicas que bañan el Mar de la Tranquilidad.
La versión oficial es que en los viajes de vuelta había que eliminar peso para poder traer las muestras de rocas, así que los astronautas sólo tomaban los respaldos con la película y dejaban el cuerpo y el lente abandonados.
Pero quién sabe, igual y las dejaron ahí para el Major Tom.
Nota: Ahora que me doy cuenta, este es el primer texto sobre una cámara que pongo en este blog.
Siempre es bueno recordar el tiempo de antaño, _se vive.
Buen artículo.
Gracias Stalin!