Una ofrenda al viento

@2012 Francisco Cubas

Bono comparó en una canción el despedirse de un ser querido con la visión de un papalote llevado por el brisa en la playa. Es una imagen muy eficaz: ¿quién puede decir dónde te llevará el viento? Recordé esto ayer al visitar Tapijulapa y su cementerio, ubicado al lado de la iglesia del lugar, en un cerro en medio del pueblo. Me sorprendió ver a muchas familias con sus papalotes que elevaban niños y mayores por igual entre las tumbas. Un abuelo me explicó que en Tapijulapa sólo estos días son propicios para volarlos: «pasando unos días ya no hay buen viento, por eso todo mundo los vuela hoy aquí, en el punto más alto del pueblo, aunque ahora ya se ven muy pocos, antes por todo el pueblo se veían papalotes». De modo que por esta coincidencia el día de los Santos Difuntos trae consigo esta curiosa yuxtaposición de sepulcros y papeles multicolores que se elevan por los aires.

Nunca me han gustado las tumbas. Después del entierro de mi padre hace 22 años, no he visitado una sola vez su lápida en mi pueblo. Pero que maravilla si cada 2 de noviembre voláramos un papalote para esa persona amada, para dejarlo ir alto hacia las nubes y perderse allí de nuestra vista, como una ofrenda de color al viento, para recordarla no en lugar oscuro y húmedo, sino en el luminoso azul del cielo, ahí donde nos dijeron de niños que se iban las personas que morían.

Está de más decir, aunque lo digo, que esta fotografía es para él.

Francisco Cubas

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